El Pianista: Una Película sobre el Holocausto Como Ninguna Otra

El gran arte suele surgir del gran dolor, y puede haber pocas experiencias en la historia de la humanidad más dolorosas, más horribles y más desprovistas de humanidad que los asesinatos en masa del Holocausto.

Ha habido pocas películas que aborden el Holocausto de una forma tan desgarradoramente bella y brillante: La Lista de Schindler, La Ladrona de Libros y La Vida es Bella merecen algo más que una mención. El Pianista, basada en las memorias reales de Wladyslaw Szpilman, un pianista que sobrevivió a la invasión Nazi, es una de las películas sobre el Holocausto que más invitan a la reflexión. Es desgarradora, impresionante y cinematográficamente brillante.

En el mismo momento en que los Nazis invaden Varsovia en 1939, Szpilman, perfectamente interpretado por Adrian Brody, está tocando en directo para la nación. El estudio vuela por los aires durante la retransmisión, y Szpilman, junto con sus padres -interpretados por Frank Finlay y Maureen Lipman-, son arrastrados al tristemente famoso gueto de Varsovia, donde todos los Judíos de Varsovia fueron obligados a trasladarse.

La familia se niega a seguir la línea Nazi. No se unen a la policía del Gueto, que colabora con sus captores Nazis. Finalmente, Szpilman y su familia son subidos a camiones con destino al campo de exterminio de Treblinka, donde fueron asesinados más Judíos que en ningún otro campo de exterminio Nazi, con la única excepción de Auschwitz. Hay escenas horribles, inhumanas y difíciles de ver. Pero, de nuevo, ninguna película sobre el Holocausto debería ser fácil de ver.

El Pianista (2002) Tráiler Oficial - Adrien Brody Movie

Szpilman se salva de una muerte casi segura cuando un amigo que se ha unido a la Policía Judía del Gueto le reconoce mientras está en la zona de detención y le separa del resto de su familia.

El Pianista no es una historia de osadías y batallas. Es, en cambio, una historia de huida. Szpilman no soporta los horrores de los campos de exterminio; no forma parte de la resistencia. En lugar de eso, se esconde, busca desesperadamente comida entre las ruinas de las casas bombardeadas, evita ser detectado y espera, lo que le convierte en un extraño entre extraños. Finalmente, Szpilman cautiva a un oficial alemán cuando encuentra un piano dentro de una casa bombardeada, y el capitán Wilm Hosenfeld decide mostrar clemencia escondiéndole. Las escenas entre los dos hombres son algunos de los momentos más conmovedores de la película. El Pianista no se arredra ante la realidad, y no tiene reparos en mostrar la grisura de la guerra. Nada es tan simple como el bien contra el mal.

Los horrores de la guerra, y en concreto el Holocausto, son temas comprensiblemente cercanos al corazón del director Roman Polanski, que perdió a su madre y escapó de niño del Gueto de Cracovia. Pero la película no es sólo el argumento. Merece la pena verla por algunas de las mejores imágenes jamás vistas en pantalla y por la conmovedora interpretación de Adrian Brody. Las escenas en las que descubre un piano en una casa abandonada, pero es incapaz de tocarlo por miedo a que lo encuentren, son discretas pero causan un gran impacto. Aunque Adrian Brody no era la primera opción para el papel -Polanski quería a Joseph Fiennes-, es difícil imaginar cómo otro actor podría haber interpretado el papel con tanta perfección. Brody, que llegó incluso a pasar hambre para el papel, ganó el premio al mejor actor por su interpretación en los Oscar de ese año. Al mismo tiempo, El Pianista también se llevó el Oscar al Mejor Director y al Mejor Guion Adaptado.

A Polanski le ofrecieron dirigir La Lista de Schindler. Pero quizás fue mejor que la rechazara. Quizá si hubiera dirigido La Lista de Schindler, nunca habría hecho El Pianista. De este modo, los espectadores se benefician de dos películas impresionantes sobre un tema espantoso. Al igual que La lista de Schindler, El Pianista es, sin duda, un logro magnífico, una verdadera obra maestra, y merece ser vista por una generación tras otra.